Dmitri Tcherniakov sube a escena hoy en el Teatro Real su peculiar versión del clásico Macbeth. Alejado de destinos irreparables y fuerzas maléficas, su versión de la obra de Shakespeare se centra más en el sentimiento de culpa que experimentan los personajes. "Out damm spot, out I say!". Otro elemento interesante de la nueva versión es que las brujas que torturaban a Macbeth son aquí un masa anónima, el vulgo, el pueblo, que murmulla sus prejuicios y mentiras.
“Yo no diría que absuelvo a Macbeth, pero no le condenamos desde el principio incuestionablemente. Me interesa mucho la relación de esta pareja. Lady Macbeth ama a su marido locamente, otra cosa es cuánto la quiere él. Es una mujer enamorada e infeliz. La idea común es que es una bruja más que empuja a Macbeth a cometer crímenes por su propia vanidad. Pero eso le da un carácter esquemático a la obra que quería superar. No tiene interés contar la historia de un asesino nato que ejecuta unos crímenes marcados en el destino; es mejor contar la historia de una persona buena en potencia que inesperadamente ve su vida corrompida”, explica el director de escena ruso.
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Eduardo Chillida[1]
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